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lunes, 3 de mayo de 2010

Gorilismo “anti – K” ...O continuidad de la dictadura en Democracia

La actitud asumida por importantes sectores económicos ante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner aparece como poco racional, en el mejor de los casos, habida cuenta de que las medidas adoptadas por esta administración han resultado beneficiosas para sus intereses. En ese contexto se inscribe, por ejemplo, el paro agropecuario que desde marzo a junio de 2008 mantuvo cortes de ruta en todo el país.

También llama la atención ver, escuchar y leer el discurso común de un variopinto arco opositor, basado antes que nada en la obstrucción de las acciones de gobierno sin propuestas alternativas: se le achaca a la gestión actual “autoritarismo” y “falta de respeto por las instituciones de la Democracia”, llegando alguno de esos dirigentes a comparar al gobierno de Cristina Fernández con el de Adolfo Hitler. Obviamente, estas sandeces están rebatidas por la realidad: el gobierno de Cristina Fernández ha enfrentado protestas sectoriales (como el paro más arriba mencionado) de gran virulencia y nunca recurrió a al represión. Y ningún gobierno anterior (de facto o democrático) ha mostrado tanto respeto por la institucionalidad: es precisamente esa cualidad lo que le genera ciertos trastornos, como por ejemplo la polémica generada en torno a los decretos de necesidad y urgencia producidos para afectar reservas al pago de deuda. Estos DNU (y la justicia vino a demostrarlo) estaban asentados sobre una fuerte base de legalidad, no así las medidas producidas en su contra por el presidente provisional del Senado, Julio Cobos y sus aliados del arco opositor.

Y estas falacias son profusamente propaladas por la gran prensa concentrada, cuyos periodistas estrella insisten en ver desastres por todos lados y nada positivo en las acciones de gobierno.

Este “gorilismo anti – k”, sostenido y propalado por intereses económicos de origen y objetivos comunes, parece estar haciendo agua: ningún dirigente opositor talla en las encuestas, pero Néstor Kirchner las encabeza con una holgura de 20 puntos. La gran prensa y los opositores políticos y sectoriales siguen el lema del ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels: “miente, miente, que algo quedará”. Olvidan, sin embargo, que Alemania perdió la segunda guerra mundial.

La cría del proceso

Jorge Rafael Videla hablaba siempre de “la cría del proceso”. Muchos interpretaban que el dictador proponía la creación de un partido político que defendiese, tras la vuelta a la democracia, los postulados neoliberales de la dictadura que encabezaba. Grave error: lo que Videla decía era que las estructuras políticas y económicas creadas a punta de bayoneta, iban a continuar tras las primeras elecciones generando circunstancias altamente condicionantes a cualquier gobierno que tratase de salir del esquema económico diseñado por José Alfredo Martínez de Hoz y del programa político plasmado por la junta militar. Raúl Alfonsín trató, tímidamente, sacar los pies de ese plato de hierro caliente con la breve gestión económica de Bernardo Grinspun y el juicio a las juntas. No lo logró: los planteos militares de semana santa de 1985 y 1987, a los que se sumaron las “movidas” de grupos económicos creados y favorecidos durante el proceso, lo llevaron a las leyes de impunidad y al cambio de programa económico con la designación de Juan Sourrouille en reemplazo de Grinspun. El final, todos lo conocemos: la hiperinflación de 1989 lo hizo salir anticipadamente del gobierno, con lo que quedó abierta la nueva década infame que concluyó en diciembre de 2001 con la salida también anticipada de Fernando De la Rúa de la Casa Rosada. Carlos Menem concluyó sin contratiempos dos períodos de gobierno debido a que traicionó mandatos populares: instauró un programa neoliberal a rajatabla y aseguró la impunidad a los represores de los ’70 vía indultos que hoy la justicia encuentra inconstitucionales.

Un temor que se hace realidad

Esta oposición desmedida y aparentemente infundada que se le hace al gobierno de Cristina Fernández, está íntimamente ligada a la supervivencia o no de la “cría del proceso”: lo que genera más virulencia en el arco opositor es la política de Derechos Humanos, que a partir de la nulidad de las leyes de punto final y obediencia debida, ha llevado a la cárcel a gran cantidad de ex represores. La dinámica del gobierno está logrando que la justicia avance sobre las complicidades y responsabilidades civiles en el terrorismo de Estado. Hasta Raúl Alfonsín pretendió circunscribir tales responsabilidades en un reducido grupo de jefes militares, atenuándolas con la teoría de los dos demonios: ponía en un plano de igualdad a quienes empleando el aparato del Estado desaparecieron a 30 mil personas con aquellos que fueron sus víctimas.

Hoy salen a luz asuntos que se mantuvieron ocultos por más de 30 años. Por ejemplo, la probable condición de bebés apropiados ilegalmente de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble (dueña del grupo Clarín) y la adquisición delictiva de las acciones de Papel Prensa pertenecientes al Grupo Graiver por parte de los diarios Clarín, La Nación y La Prensa, producida en noviembre de 1976 cuando los directivos de esa empresa permanecían detenidos desaparecidos.

El rechazo de la Corte Suprema de Justicia al recurso extraordinario presentado por Martínez de Hoz, contra la declaración de inconstitucionalidad de los decretos de indulto firmados por Carlos Menem, producida en instancias judiciales anteriores, refuerza el desmantelamiento de la “cría del proceso” y exacerba los temores de quienes la integran. El fallo confirma que cualquier perdón de delitos de lesa humanidad es inconstitucional porque viola los Derechos Humanos. Este fallo sienta un precedente que permite juzgar a los civiles que acompañaron y/o participaron de la última dictadura y demuestra la naturaleza económica del terrorismo de estado: la causa en la que el juez Norberto Oyarbide ha procesado a Martínez de Hoz (a partir del fallo de la Corte) se origina en el secuestro de dos empresarios algodoneros, a los que se obligó a rescindir contratos mientras estaban detenidos desaparecidos. Un procedimiento igual al que permitió el despojo de los Graiver por parte del grupo Clarín (actualmente, La Nación y La Prensa son también parte del mismo).

Y, se sabe: toda acción genera una reacción. En el marco democratizador que vive el país en este tiempo, es previsible que los intereses afectados reaccionen de la manera en que lo hacen. Y también es previsible que la realidad sea más fuerte que las mentiras que propalan. Conviene repetirlo: aún con Goebbels, la Alemania nazi perdió la guerra.

ANADig, colaboración Carlos Boschetti Periodista – editor El Sudeste de Córdoba Bell Ville

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