foto archivo Facebook
El tránsito urbano tiene algunas
exigencias que afectan la libertad individual. En este sentido y viviendo en
una comunidad donde hay tantas libertades existentes como ciudadanos habiten en
ella, cabe la pregunta por la libertad de la que dispone cada uno a la hora de
circular en el espacio público de nuestra comunidad. No solo eso, sino también
el “modo en como” nos movemos en dicho espacio resulta conveniente tratar aquí.
Así, tenemos en principio, dos cuestiones
importantes a tratar – seguramente no son las únicas – entre otras que derivan
de la problemática. Pero advertimos que hay un tercer elemento que surge como
importante ya que pareciera que la norma no basta. Vislumbramos como necesario
una cierta solidaridad para que la “buena conducta vial” sea una realidad en la
comunidad.
Entonces “Libertad”, “Modo de Circular” y
“Solidaridad” son tres elementos importantes a la hora de pensar y practicar el
tránsito. Veamos algunas condiciones que cada uno de ellos exige.
1.- La libertad individual es defendida
por todos y en ello acompañamos esa defensa; pero también es importante definir
los alcances de esa libertad cuando la acción libre individual afecta a otros o
afecta el espacio sobre el que otros también tienen el derecho de ocupar en las
mismas u otras condiciones que su propia libertad exige y que por ser
diferentes exigencias, producen la tensión entre lo que unos y otros quieren,
fundados en esa misma libertad individual.
Es un tema complejo que conlleva
implícito la necesidad de normas que establezcan equilibrios entre las
libertades individuales muchas veces opuestas y contradictorias y los bienes
que se determinen como válidos y buscados por la comunidad.
Por ahora supondremos que el “Buen
Tránsito” es un bien valorado por todos. No nos detendremos a analizar lo que
ello sea en toda su dimensión pero solo diremos que ese “buen Tránsito” es aquel que permite previsibilidad de acción
en la vía pública, es decir, que cada uno sepa lo que el otro hará, con la
suficiente antelación como para que suceda de manera ordenada y evite
accidentes. En otras palabras, diremos que siempre esperamos que todo suceda
con cierta racionalidad. Esto supone directamente que no podemos realizar
acciones desprovistas de racionalidad, orden y a des-tiempo, porque eso lleva
implicado el des-orden y la
im-previsibilidad, situaciones que generan muchas perdidas de vidas y lesiones
permanentes.
2.- Orden y racionalidad nos hace pensar
en el segundo elemento del buen tránsito. El “Modo de Circular” tiene que ver
justamente con la manera en que esa
libertad individual es puesta en acto en la vía pública. Seguramente aquí
debiéramos pensar la cuestión en términos técnico-normativos: velocidad,
respeto del sentido de circulación, cruce del peatón por la senda peatonal,
respeto del automovilista hacia el peatón, luces rojas, verdes y amarillas,
tipos de vehículos, estacionamiento en doble fila, horarios de carga y
descarga, obtención de licencia, etc
etc. Pero nos interesa más analizar cómo esas cuestiones técnicas y normativas
sucumben ante el ejercicio des-medido de la libertad individual, ejercicio que
no tiene en cuenta, desconoce y no le importa la acción o derechos individuales
de los demás y por tanto el bien valorado como “común”. Nos hace pensar en
acciones más de tipo anarco–egoístas que
acciones que contemplen a los otros como parte del medio social en que nos
movemos, medio el cual siempre es el culpable de las desgracias, pero nunca la
impropia acción individual.
3.- Lo último nos deposita en el tercer
tema. El anarco-egoismo es lo opuesto a la solidaridad y quizás esto constituya
la cuestión de fondo. La norma sancionada, por si sola, no hace al “buen
tránsito” sino que intenta establecer esta cierta racionalidad en el “modo de
circular” y evita el exceso de libertad individual en el espacio público común.
Pero ¿de qué manera la norma puede ser
puesta a disposición de lo común, es decir, actuada, cumplida por los usuarios
de la vía pública? Tomar conciencia de la vida-con-otros puede ser el inicio de
este ejercicio y puesta en práctica de la norma. Tener en cuenta a los demás, constituye
algún tipo de solidaridad a partir de la consideración de que no es posible
hacer lo que se quiera, como se nos ocurra en el momento que mejor nos parezca
y que ello suceda sin consecuencias para el resto y si esto se refiere al
tránsito puede significar ni más ni menos que el inicio de la solución a nuestros
problemas. El tránsito hoy es un problema de todos y por ello su resolución es
comunitaria. Transformemos el tránsito en un bien y no en un problema!!
Rafael
Sachetto
Prof.
de Filosofía
Concejal
de la Ciudad
Twitter:
@rafasachetto
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