Pensar y gestionar la comunidad
Muchas han sido las perspectivas y muchas
más aparecerán, sobre el modo en cómo se debe gestionar la ciudad; sobre la
relación existente entre las decisiones propiamente gubernamentales hacia el
interior de su administración y la relación que éstas tienen con el sector
público de otros niveles, el sector privado y las organizaciones del tercer
sector y todo ello con la obra pública, el desarrollo social, la inclusión, el
deporte, la cultura, el mundo del trabajo y la educación.
Las relaciones con organismos
extra-jurisdiccionales también son una realidad que no se deben dejar de lado,
por cuanto constituyen la trama de oportunidades que pueden fortalecer las
producciones locales en los ámbitos antes referidos.
Cuando pensamos la ciudad, la pensamos en
su total dimensión, es decir en la complejidad de relaciones que la democracia
ofrece, que la política económica plantea y que la vida social exige. Por ello,
hemos de tener cuidado a la hora de hacer propuestas o plantear
oposiciones, porque ambas cosas pueden
ser reduccionistas de la vida social y la democracia si es que no tienen en cuenta
a los sectores involucrados o si las oposiciones se expresan desde egoísmos
sectoriales.
Es recomendable entonces, alentar una política
de participación no solo en aquello sobre lo cual “me dejan”, sino también sobre
aquello “que queremos”. Profundizar el modelo de “construcción de comunidad”,
implica fortalecer las instituciones que promueven esto, pero también crear
nuevas alternativas y espacios comunitarios colabora en quedar a tiro con los
tiempos y las necesidades sociales. Todo ello forma parte de las decisiones que
construyen comunidad y ésta es la razón por la cual no se puede pretender
mantener iguales todas las estructuras según pasan los años. Los visionarios de
esta ciudad fueron hombres que pensaron la comunidad en términos de “transformación” y generaron nuevas
condiciones que le brindaron a los vecinos soluciones a sus necesidades.
La dinamicidad y complejidad que plantea
la vida social (en términos generales) en nuestra ciudad, exige estar a la altura
de las circunstancias y para ello necesitamos una apertura a las oportunidades
y un reconocimiento de lo realizado.
Nuestra ciudad es un ejemplo histórico de
transformación del entorno desde sus mismos orígenes. Si nos negamos a la
transformación, estamos traicionando el espíritu de M. A. Ocampo, de Pereyra y
Domínguez y tantos otros que le dieron el renombre que en los últimos años
hemos podido recuperar.
Prof. Rafael Sachetto
Concejal UPC-FPV
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