Un día se nos fue el flaco.
No sabemos dónde, ni por qué,
y no encontramos la manera de explicar la ausencia. Los poéticos le llaman
viaje, los dolosos desaparición, los católicos ascenso, los pragmáticos deceso.
Los militantes aún buscamos una forma apropiada de nombrarla. Y nombrar la
ausencia es importante sobre todo porque sabemos, y porque sentimos, y porque
lo vivimos con la carne y el espíritu, que esa muerte, de entre todas las
muertes posibles que pueden tener un hombre o una mujer en el mundo, es la más
feliz, la más hermosa, la más amorosa de las muertes.
Un día volvió el flaco.
No pasó mucho, bastaron
minutos y la vuelta se acrecentó con las horas. El flaco renació en muchos
cuerpos, los cuerpos formaron moles inmensas organizadas contra el egoísmo y
las injusticias sociales. Y se colmaron las plazas, y rejuvenecieron los
barrios, y la opacidad de la vieja política sumida en los desgastes del tiempo
fue derribada a contraluz de una esperanza inconmensurable, y la esperanza se
volvió coraje, y el coraje se convirtió en decisión, la decisión fue política,
la política cantó los versos susurrados por el pueblo, y el pueblo se convirtió
en mole, una mole que late, inmensa, con el mismo y resurgido corazón.
Venimos a recoger los frutos
de esta cosecha. Venimos a sembrarte, como dijo el gran Hugo, nuevamente,
eternamente, compañero Néstor. Porque no es muerte la palabra que define tu
ausencia sino cultivo. Porque no es dolor lo que nos une sino alegría, emoción
y un profundo amor militante. Porque no venimos sólo a conmemorar sino a
festejar el renacer constante de tu ejemplo.
¿Qué hiciste, flaco, que te
recordamos tanto? ¿En qué punto esencial de tu vida y de la historia te nos
volviste tan imprescindible?
¿Habrá empezado todo con esa
inolvidable bajada del cuadro de Videla? ¿Habremos en ese preciso momento
sentido que una acción tan pequeña y al tiempo tan grandiosa podía devolvernos
en cierto modo la dignidad y la entereza como pueblo argentino, las luchas
arrasadas por el egoísmo y la planificación de la muerte realizada por los
entregadores de la patria? ¿Habrán sentido las MADRES y las ABUELAS que algún
hijo volvía enarbolado en las esperanzadas banderas que treinta años atrás le
habían costado la vida pero no los sueños? ¿Sospechamos breve, minúsculamente,
por un momento, que asesinos y torturadores, empresarios del crimen, santos
burócratas de la culpa y el perdón, administradores de la paz y la ley,
gestores de la política del hambre y la desazón iban a ser juzgados y
condenados por la decisión de un Estado del que vos, flaco, nos enseñaste sobre
todo a los jóvenes, su verdadero significado?
O tal vez sea el recuerdo casi
lúdico, esbozado entre sonrisas, de tu estrategia increíble, en aquella Cumbre
imborrable, cuando le chantaste una cachetada bien latinoamericana y popular al
imperialismo yanqui y le dijiste “no más” al ALCA. Tal vez sea la cara
asombrada de Bush, el repentino girar de acontecimientos, el orgullo de decir
“mi presidente, el presidente de un país bananero (como dicen muchos por ahí)
le dijo que no a los gringous”. Qué felices nos hiciste, flaco. Tal vez sea esa
UNASUR de ensueños o ese MERCOSUR fortalecido. Tal vez sean todas esas cosas
juntas.
¿Qué hiciste, flaco? ¿Será la
convicción política de que sólo un pueblo educado es más libre y más
igualitario? ¿Será que nos demostraste que se puede creer en la educación
pública y que para esto no son necesarias sólo palabras bonitas y correctas
sino también recursos y decisión por parte del Estado? ¿Será que un seis por
ciento del PBI es un acto no sólo económico, sino también político, sino
también militante?
Flaco, si hasta a la economía
nos la volviste una materia del amor. Podrán muchos decir cuánto daño el
kirchnerismo le ha hecho al campo. Esa es la lengua del poderoso, flaco. El
pueblo, el sentir del pueblo, sabe que los hijos se alimentan con pan, se
educan en la escuela pública, se visten, tienen techo, juegan, duermen, y
pueden soñar con un país cada día mejor. El pueblo, flaco, se acuerda cómo
vivían sus hijos en la época de la pizza y el champán. El pueblo vio morir a
sus hermanos mientras sus gobernantes se escapaban por el techo de la Casa Rosada. Lo otro es puro
cuento.
Cuánto has batallado, hermano,
compañero. Las corporaciones de los medios, la infatigable lucha encarnada al
interior de nuestra matriz ideológica, de sentidos. Un núcleo candente,
riguroso, preestablecido, que quijotescamente, minuciosamente has horadado.
Perdón, estás y estamos horadando.
¿Será la juventud en la calle?
¿Será el trepitar tumultuoso de las voces, de los pasos, de la lucha y los
proyectos de los jóvenes, tan inclaudicables? ¿Será la pasión de esa lucha, la
vitalidad, la esperanza?
Debe ser nomás, flaco querido,
que te sembramos, porque estamos todos acá con el corazón en la mano
recordándote y que late a mil por hora por que estamos seguros que vos viniste
a señalarnos el camino de patria, el camino de la liberación, y te sembramos y
florecieron mil pibes que están al lado de Cristina, mil flores.
Como vos
querías.
UNIDOS Y ORGANIZADOS, VILLA MARÍA
PJ DIGITAL CÓRDOBA
PJ VILLA MARÍA
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